El cine de la argentina, ha sido históricamente uno de los tres más desarrollados del cine latinoamericano, junto a los producidos en México y Brasil. A lo largo del siglo xx la producción cinematográfica argentina, apoyada, en cierta medida, por el estado y avalada por el trabajo de una larga lista de directores y artistas, se convirtió en una de las principales del mundo en idioma castellano.
El origen del cine en nuestro país se remonta a unos cuantos años atrás.
A mediados de 1896, apenas unos meses de su presentación oficial en París, el cinematógrafo llegó a Buenos Aires y Montevideo. Al año siguiente se inauguró el “cine” nacional con la cinta de la bandera argentina que realizó Eugenio Py, que registró el flameo del pabellón en la Plaza de Mayo.
Durante mucho tiempo se pensó que El fusilamiento de Dorrego había sido la primera película argumental local; sin embargo, se ha descubierto que ese privilegio le corresponde a La Revolución de Mayo (1909), de Mario Gallo.
Cerca de 1930 llegó el cine sonoro al país. Para entonces, se calcula que existían alrededor de 200 películas mudas argentinas. Como suele suceder en nuestro desmemoriado terruño, apenas se conserva una docena, y en un triste estado. Entre ellas se encuentra Perdón viejita, de José Agustín “el Negro” Ferreyra, que combina el melodrama típico de sus filmes con el argumento también dramático de muchos tangos de la época: el muchacho que, arrepentido de sus andanzas por una gran ciudad corrupta, vuelve a lavar sus pecados al campo, junto a su amada madre.
Suele afirmarse que la primera película “sonora” argentina fue Muñequitas porteñas, del ya citado José A. Ferreyra. Se trata en realidad, del primer film sonorizado con discos, y solo durante algunas escenas y segmentos. Se estrenó el 7 de agosto de 1931, y un crítico de la época anotó que era una pena que “solo una escenas de Muñequitas fueran parlantes y que no se oyera el bullicio del tranvía y del conventillo.
Podemos rastrear los orígenes de la “industrialización” del cine en nuestro país en la década de 1930. Argentina Sono Film y Lumiton son las nuevas componías dedicadas al nuevo medio. En esta primera época del sonido, la canción porteña se impuso. El tango aparecía por doquier, en los temas y en los títulos de los filmes: ¡tango! (de Argentina Sono Films estrenada en 1933 y en la cual debutaron Libertad Lamarque, Tita Merello y Luís Sandrini); Los tres berretines (1933 sin nombres del director, de estudios Lumiton); y El alma de bandoneón (1934-35, Mario Soffici).
Libertad Lamarque, Tita Merello y Luís Sandrini